MUERTOS, ALTARES Y FIESTA.

2 de octubre, día de muertos. En cuanto llega la noche los espíritus salen del Mictlan una vez al año . Hay que guiarles con una veladora el camino que deben tomar hacia su altar que días antes se ha preparado con los tres niveles coloridos con el morado y magenta del papel picado de china y el fuerte color naranja de los pétalos de las flores de cenpasuchilt. La cruz de sal en el suelo marcando con sus puntas las cuatro orientaciones, el vaso con agua para que el espíritu sacie su sed. Con olores de copal e incienso que arrojan sus aromas desde un pequeño brasero. Las fotografías del difunto y de lo que fue en vida, sus pertenencias y sus gustos. Hay que agasajar al difunto, como si fuese su cumpleaños, por tal su platillo favorito debe estar en el altar.

Tal vez no se celebren con tal ímpetu este día pero, si me atrevería a afirmar que existe un muy arraigado culto a la muerte. El 2 de octubre desde muy temprano abren sus puertas los cementerios que, aquí en México llamamos "panteones" ( lugar donde los griegos veneraban a sus dioses) y una multitud cargando cubetas, flores y escobas invaden las calles interiores en dirección a las tumbas de sus difuntos. Desempolvan, humedecen y cubren de flores las lapidas. Rezan por el eterno descanso de sus muertos. Algunos se quedan al lado durante todo el día hasta el momento en que se anuncia el cierre del "panteón". El día de muertos es la celebración a la vida, el regocijo de estar aquí. No adoramos a la muerte, la vemos como lo que es: principio y fin; como parte de la vida misma. Por eso, hay que celebrar la muerte.