jueves, enero 19, 2006

Hoy por la mañana me he dado cuenta con tristeza que, una vez más, Peter Pan se ha orinado en la corniza de la ventana. Habra que tomar medidas drasticas. ¿Alguna sugerencia?

Los Demonios de la Luz.
Era un día dorado, lleno de rayos de luz por todo el campo con hierva y árboles verdes . Soplaba un aire calido, suave a los sentidos y yo, tirado al lado de la sombra disfrutando de la vista. Mi mirada hacia los cielos, entonces me doy cuenta que demonios alados y morados se roban los rayos de luz. Uno a uno hasta dejar en penumbra a al lugar. Soledad y miedo me embargan, busco un refugio, lo encuentro en una cueva con intensa luz en su interior. Sigo al interior de la cavidad, una fila interminable de hombres de piel blanca, flacos y encorvados con sus falos erguidos esperan pero...¿qué esperan? Sigo la fila que parece no tener fin y en una especie de altar con un cielo naranja, amarillo y blanco hay una hembra o lo que parece ser una pues los hombres en fila la penetran. Destellos me obligan a mirar al cielo y entre bruma, humos y nubes marrón, café y negras surge un espectro de múltiples rostros de color verde esmeralda. Es su dios, los hombres al verlo le temen, se le hincan y le imploran pero este dios hace caso omiso a sus suplicas. Grita palabras en un lenguaje que no entiendo. Truenos y relámpagos mientras la tierra se abre para tragarse a los hombres en castigo por haber clavado sus falos en la reina...pero que necedad, pienso mientras observo a este dios envidioso y absurdo: “Si a tus criaturas les diste un falo , para algo debe de servir, Señor. Entonces ¿por qué castigarlos?” Pero los brutales castigos siguen. Molesto, trato de salir de nuevo de la cueva, mientras pienso que con dioses semejantes no se se puede razonar...una luz intensa me sacude para incorporarme en la cama y recordarme, entre sudores fríos, temblores y respiración entrecortada, que es otro de los delirios producto de mi fiebre.

miércoles, enero 18, 2006

Ustedes disculparan pero he andado fuera de esta realidad. Tantos vientos helados terminan por tumbarlo a uno a la lona y hacerlo presa de delirios, calores internos, sudores frios que no hacen más que uno tengan vuelos fugaces a universos paralelos, bien pachecos por cierto, y al regreso no queda más que un terrible dolor de cabeza, pero eso si ya en la realidad. Cuando pasen los dolores de cabeza, circule la cafeina (por donde debe) y me conecte bien a la realidad, entonces les escribire algo. Hasta entonces, Chao!