sábado, abril 07, 2007



La verdad es que estos días de semana santa me son nostalgicos y no es por demás. En la infancia como mi querido padre vivia en Tuxpan, Nayarit era obligación ir a visitarle en toda ocasión que se presentaba. En aquellos entonces se viajaba por la libre pues, es de ahora la autopista. Tenian que pasar ocho horas que, por la alegria de ver a papá, eran cortas para llegar a nuestro destino. En Tuxpan el clima es de costa: caluroso 10 meses al año y los dos restantes solo un poco de calor. Saliendo de Tepic, la capital del estado, la carretera baja y se siente de inmediato el calor y no se diga el paisaje que cambia a palmeras que te dan la bienvenida al tropico. Calor sabrosito, humedad ambiente y salina se respira y ese sol tan incandescente que quema aún en la sombra. En los días santos es costumbre obligada ir a la playa que esta a distancia de 45 minutos de Tuxpan. Ahora que me tocado trabajar en esta fecha, añoro aquellos días...


La verdad es que estos días de semana santa me son nostalgicos y no es por demás. En la infancia como mi querido padre vivia en Tuxpan, Nayarit era obligación ir a visitarle en toda ocasión que se presentaba. En aquellos entonces se viajaba por la libre pues, es de ahora la autopista. Tenian que pasar ocho horas que, por la alegria de ver a papá, eran cortas para llegar a nuestro destino. En Tuxpan el clima es de costa: caluroso 10 meses al año y los dos restantes solo un poco de calor. Saliendo de Tepic, la capital del estado, la carretera baja y se siente de inmediato el calor y no se diga el paisaje que cambia a palmeras que te dan la bienvenida al tropico. Calor sabrosito, humedad ambiente y salina se respira y ese sol tan incandescente que quema aún en la sombra. En los días santos es costumbre obligada ir a la playa que esta a distancia de 45 minutos de Tuxpan. Ahora que me tocado trabajar en esta fecha, añoro aquellos días...

lunes, abril 02, 2007


FETICHISTA.









Me confieso un FETICHISTA. No queria admitirlo, pero la circunstancia me obliga. Nunca, lo juro, pero nunca me habia fijado en pequeñeces. Las tangas, cosa de tan diminuta me resultaba tan insignificante y por ende, sin importancia. Pero este fin de semana las cosas me pintaron de otro modo, muy colorido por cierto. Viajando en el camión urbano hacia el trabajo, se habia subido una mujer de muy buen ver: pantalon entallado y blusa escotada que le delineaban su curvas. Mira que se le cae el bolso y justo para recogerlo se agacha y al hacerlo, el pantalon se le baja un poco y muestra su tanga. No enseño mucho, pero fue suficiente para que mi imaginación llenara ese vacio. Confieso que esas tangas me excitaron, más que la mujer que las portaba.

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