El día de ayer presencie el partido de fútbol más dramático mi vida, vamos ni aún el de nuestra selección contra su similar de Argentina en la pasada copa América. La humedad era muy densa, el sudor corría por mi frente mientras mis manos apretaban con firmeza la lata de refresco. Siempre se acercaba con cautela "El Biyum" a la portería contraria pero no lograba concretar la jugada, el defensa central lo paraba en seco. Una tras otro veía como eran nulos sus esfuerzos a gol. Los nervios de punta, mordisqueaba mi cachucha y gritaba para que esa frustración no se quedara atorada en mi garganta. El arbitro dio el pitazo y el partido finalizó con 3-0 en contra. "El Biyum" presa de la frustración y de la derrota soltó el llanto, le abrace para calmarlo mientras le explicaba que me sentía muy orgullosos de él, pues a sus 5 años había participado en su primer encuentro fútbol y que ya habría más juegos por delante. Mi hijo "el Biyum" pareció comprenderlo.
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